La cruda realidad es que estamos solos en Suiza. Nos sentimos solos.
Y no ha sido la pandemia que nos vino a desbaratar la vida…. Ya mucho antes habíamos notado que nuestros conocidos (porque amigos ya no creo que tengamos aquí) nos dan callada por respuesta.
De unos años a esta parte, nuestras llamadas para quedar a tomar café, ver alguna exposición, visitar algún sitio, venir o ir a cenar, al cine, a jugar a algo, etc reciben, en el mejor de los casos, un no; o directamente un silencio.
Comprendo que cuando se empieza una vida distinta, cuando se tienen hijos o cuando se empieza a trabajar, no se tenga mucho tiempo. Pero el caso es que después de tantos años en esta situación, empezamos a pensar que simplemente no importamos. O que somos nosotros que provocamos rechazo. No sé.
Yo sigo pensando en llamar a gente para tomar cafés, para ver otras caras y conocer otros lugares…. pero se me atraganta la idea de recibir nada como respuesta. Y una se cansa de recibir pegas, un no o directamente el vacío en un chat. Así que, de unos años a esta parte, mido mucho mis interacciones para socializar.
Me da pena. Siempre digo, y quizá no me equivoco, que bien podría pasarnos algo y la gente aquí no enterarse. O mudarnos a otro sitio como si nos fuéramos a escondidas y nadie nos echaría de menos.
Hicimos del poema de Khalil Gibran, «El Matrimonio», nuestro lema; ese que acaba con un maravilloso….
«…Y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.”
Nosotros, que intentamos que el viento dance entre nuestros cuerpos, que intentamos no beber de la misma copa, lo tenemos difícil en esta situación. No es que nos hayamos cansado el uno del otro, por supuesto que no… Pero a veces nos gustaría poder contarnos algo nuevo al acabar el día, algo que no sepamos ya o que hayamos hecho en un ambiente distinto con otras personas.
Hace bastantes meses, en una de esas raras ocasiones cuando logramos quedar con alguien para un café, hablando con un conocido, se le torció el gesto cuando le dije que en Suiza sentíamos ya no teníamos amigos…. me espetó, entre fruñe y fruñe de entrecejo, que eso no era así, a lo que yo sólo lo miré sin responder. Me río ahora al ver que de eso ha pasado casi un año y casi no hemos vuelto a coincidir con esa persona (y no por falta de intentos).
¿Hay grupos algo parecido al tinder para amigos? Sería un puntazo, la verdad.
Y no, no me consuela en absoluto cuando me dicen que estamos todos igual. Con mis amigas de Cádiz con las que hablo de esto, siempre me dicen lo mismo; pero para mí no es consuelo, porque yo ni siquiera tengo el alivio de tener a la familia cerca, ni los lugares de mi infancia que me aporten seguridad en mis momentos de desasosiego (y de un tiempo a esta parte tengo muchos).
El ser humano necesita socializar como el respirar. Yo personalmente, en perimenopausia, no paro de leer en todos sitios lo importante que es socializar en esta etapa…. y duele leer y escuchar eso. Porque esta etapa ya es suficientemente dura como para pasarla en un país extranjero. Encima sola.
La cruda realidad es que estamos solos. Y nos sentimos solos en Suiza.









(Imagen sacada de internet)








































