Con la mudanza de un piso a otro dentro de Thalwil, una de las cosas que tuvimos que hacer fue limpiar y organizar nuestro keller. Cuando nos fuimos, nos dimos cuenta que en el antiguo keller había un mueble que no era nuestro, ni creo siquiera que fuera de los chicos que ocupaban nuestro viejo piso antes que nosotros.
Era un mueble de cocina de madera, con dos puertas de cristal y dos baldas, aunque el mueble no venía con los apoyos para las baldas. Al menos tenía los boquetitos para ponerlos.
Le pregunté a mi vecina Pía y me dijo que a lo mejor fue de los anteriores a los anteriores, pero no lo tenía claro. Lo que sí sabíamos es que como no pertenecía al inventario de la casa, nos tendríamos que encargar nosotros de él.
En un principio, la opción lógica era deshacernos de él: darlo a algún conocido o llevarlo al Bröcki (versión suiza de las tiendas charity de UK). O ponerle la pegatina para que lo recogieran los de la basura.
Pero nunca fui de opciones lógicas. ;)
Lo miré y remiré y le ví unas posibilidades increíbles. Sobre todo porque no le vi señales ningunas de tener carcoma. Esos boquetitos minúsculos los conozco bien porque los había visto en algunos muebles viejos en casa de mi abuela. Como digo, no vi ninguno. Así que un punto positivo para el mueble… ;)
Al final me lo terminé llevando a Villa Poyaque (pos ya que subes…, pos ya que bajas….), porque en la nueva cocina hay una parte que no tiene muebles altos, y me vendría bien para guardar las tazas, teteras y botes de té.
Ese color madera, sin embargo, no iba conmigo. Era demasiado ochentero y nunca me gustaron los muebles en provenzal, jajaja.
En ese momento recordé un blog que sigo y que tiene transformaciones fantásticas de muebles. El blog de Delanina es uno de mis preferidos para proyectos de DIY. Hace cosas increíbles con muy poquitos recursos y por muy poco dinero, así que los consejos que me dio Nieves, vía email, para este mueble me fueron de una ayuda tremenda. ¡Muchísimas gracias! :D
Y allá que me lancé siguiendo sus sabios consejos, primero a fregotear bien el mueble, quitarle las puertas y desatornillar todos los imanes y bisagras que tenía. También lo lijé suavemente por algunas partes donde la madera estaba más áspera. El objetivo era preparar la superficie a pintar.
Luego me lancé a pintar en un tono blanco (tono neutro, sin mucho brillo). Fueron necesarias varias capas, ya no recuerdo; quizá tres o cuatro, puede que más. Algunas zonas chupaba bien la pintura, otras menos, aunque casi todas esas quedaron en interior donde posteriormente pondría papel, así que tampoco me comí mucho la cabeza repasando (o sí, hasta que me di por vencida…. que soy muy perfeccionista, jajaja).
Las baldas y puertas pasaron por el mismo proceso.
Cuando ya tenía todo pintado, le puse un papel adhesivo al fondo para que hiciera contraste. El papel lo compré en una tienda de la cadena danesa Søstrene Grene que me encanta. Tienen un poco de todo: decoración, lanas y agujas, complementos de cocina y baño, DIY, etc. Hace poco abrieron una primera tienda en Zürich en Rennweg y ahora tiene otra en el centro comercial de Sihlcity.
Llegados a este punto, reatornillé las bisagras y los imanes y coloqué las puertas. Para las baldas compré este cacharro que me ayudó a abrir un poco más los boquetes para los reposa-baldas. Los boquetes originales eran más pequeños que «los cositos» que yo había comprado para apoyar las baldas. Estuvo entretenido usar esta barrena. Es como un taladro, pero a lo manual…. xD
No quería que el mueble estuviera directamente sobre la encimera, así que le atornillé también unas patas que compré en Ikea. Seguro que los fans de la cadena sueca las reconocen, jajaja. Son de 16 cm lo que me permite tener ahora un botellero pequeño justo debajo y aprovechar espacio.
Y ya con las puertas, baldas y patas, el mueble quedó así…. ¡Tachán!
Como véis tengo mis dos teteras, las tazas, los distintos tipos de té y mi kettle bien guardaditos y sin embargo a la vista. Ahora cada vez que tomo un té o una infusión, miro mi mueble y me siento orgullosa de no haber ido a por la opción lógica… ;)
La paulatina transformación del mueble, también me sirvió en mi clase de francés, para explicar lo que había estado haciendo esos fines de semana, jajaja. ¿Por qué siempre preguntan lo mismo en cualquier idioma que estudie una? xD.
¿Habéis transformado alguna vez algún mueble o cualquier otro objeto? Yo, salvo unos CD’s viejos allá por 2006, cajas de cartón, y arreglar con arcilla polimérica mi tostadora… poco más.
Es una experiencia gratificante, la verdad. ¡Totalmente recomendable!