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La cruda realidad

La cruda realidad es que estamos solos en Suiza. Nos sentimos solos.

Y no ha sido la pandemia que nos vino a desbaratar la vida…. Ya mucho antes habíamos notado que nuestros conocidos (porque amigos ya no creo que tengamos aquí) nos dan callada por respuesta.
De unos años a esta parte, nuestras llamadas para quedar a tomar café, ver alguna exposición, visitar algún sitio, venir o ir a cenar, al cine, a jugar a algo, etc reciben, en el mejor de los casos, un no; o directamente un silencio.

Comprendo que cuando se empieza una vida distinta, cuando se tienen hijos o cuando se empieza a trabajar, no se tenga mucho tiempo. Pero el caso es que después de tantos años en esta situación, empezamos a pensar que simplemente no importamos. O que somos nosotros que provocamos rechazo. No sé.

Yo sigo pensando en llamar a gente para tomar cafés, para ver otras caras y conocer otros lugares…. pero se me atraganta la idea de recibir nada como respuesta. Y una se cansa de recibir pegas, un no o directamente el vacío en un chat. Así que, de unos años a esta parte, mido mucho mis interacciones para socializar.

Me da pena. Siempre digo, y quizá no me equivoco, que bien podría pasarnos algo y la gente aquí no enterarse. O mudarnos a otro sitio como si nos fuéramos a escondidas y nadie nos echaría de menos.

Hicimos del poema de Khalil Gibran, «El Matrimonio», nuestro lema; ese que acaba con un maravilloso….

«…Y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

Nosotros, que intentamos que el viento dance entre nuestros cuerpos, que intentamos no beber de la misma copa, lo tenemos difícil en esta situación. No es que nos hayamos cansado el uno del otro, por supuesto que no… Pero a veces nos gustaría poder contarnos algo nuevo al acabar el día, algo que no sepamos ya o que hayamos hecho en un ambiente distinto con otras personas.

Hace bastantes meses, en una de esas raras ocasiones cuando logramos quedar con alguien para un café, hablando con un conocido, se le torció el gesto cuando le dije que en Suiza sentíamos ya no teníamos amigos…. me espetó, entre fruñe y fruñe de entrecejo, que eso no era así, a lo que yo sólo lo miré sin responder. Me río ahora al ver que de eso ha pasado casi un año y casi no hemos vuelto a coincidir con esa persona (y no por falta de intentos).

¿Hay grupos algo parecido al tinder para amigos? Sería un puntazo, la verdad.

Y no, no me consuela en absoluto cuando me dicen que estamos todos igual. Con mis amigas de Cádiz con las que hablo de esto, siempre me dicen lo mismo; pero para mí no es consuelo, porque yo ni siquiera tengo el alivio de tener a la familia cerca, ni los lugares de mi infancia que me aporten seguridad en mis momentos de desasosiego (y de un tiempo a esta parte tengo muchos).

El ser humano necesita socializar como el respirar. Yo personalmente, en perimenopausia, no paro de leer en todos sitios lo importante que es socializar en esta etapa…. y duele leer y escuchar eso. Porque esta etapa ya es suficientemente dura como para pasarla en un país extranjero. Encima sola.

La cruda realidad es que estamos solos. Y nos sentimos solos en Suiza.

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Relaciones tóxicas

Mucho se habla últimamente en el mundo virtual y el real (afortunadamente) de las relaciones tóxicas. Parejas, familia, amigos, etc que es mejor no acercarse a ellos porque tu salud mental acaba comprometida y deseando una caja de valium.

¿Qué ocurre cuando esa relación tóxica es con tu propio médico de familia? Pues de eso he tenido larga experiencia en estos últimos años.

La médica a la que he ido estos últimos años aquí en el pueblo donde vivo, ha sido en ocasiones buena doctora, no lo niego. Pero de un tiempo a esta parte no nos entendemos; o mejor dicho, ella no parece querer entenderme.

Así, a lo largo de estos 5 o 6 años (ya antes del covid-19, así que el estrés pandémico no es excusa), he entrado en una espiral de toxicidad con ella donde yo iba a su consulta con una preocupación y terminaba regresando a casa a ponerme un par de tilas. He llorado…. mucho. Me ha saltado la yugular explicándole a Luy las conversaciones tan surrealistas en consulta, incapaz de encontrar la respuesta adecuada delante de la doctora para dar con la contestación sólo a los 10 minutos de entrar por la puerta de casa.

Tiempo de sentirme, en su consulta, una niña pequeña de 5 años a la que se le explica cómo funcionan los virus como si yo no me hubiera criando viendo la serie de «Érase una vez la vida». Tiempo de ser desdeñada cuando he explicado mis síntomas con un simple «es lo que tiene envejecer… es la edad… tienes que pasar por esto como todas». O de haber vivido una falta de empatía total cuando he contado mis dolores físicos, mis miedos y preocupaciones («eso es que tu problema de estrés por ansiedad lo está magnificando todo, no escuches a tu cabeza»).

Otras veces lo he flipado con la capacidad de ser diagnosticada de artrosis, lipedema, y un largo etcétera de enfermedades a sólo con que la doctora me mirara, a simple golpe de vistazo. Quiero tener esa vista de rayos X… ni Superman, oigan. De que me dieran una crema antibiótica para lo que resultó ser un herpes. De que sólo me tuviera en cuenta enfermedades cuando le he presentado los test/resultados hechos y pagados por mí en España. Aún sigo sin haber recibido de ella una prescripción de densitometría de huesos, incluso si tengo muchos antecedentes directos de osteoporosis en mi familia.

Ir a su consulta se convirtió en el juego de la ruleta rusa…. Estará hoy de buen humor y me escuchará activamente y me tendrá en cuenta o, como siempre, me volverá a desdeñar con un «tu vida no está en peligro» o un «yo soy la doctora, es lo que yo digo (aunque sientas desde hace meses unos dolores horribles que no te puedes ni levantar de la cama)».

Como en toda relación tóxica, los de mi alrededor lo han visto siempre más claro que yo… ¡Cambia de médico!. Pero, como en toda relación tóxica, el que está dentro (osea yo) no lo ve o no quiere verlo. Se conforma con migajitas de buen humor y mínimo de empatía en un 0.1% de las veces que la visitas.

«A lo mejor he sido yo, que no he sabido explicarme». «A lo mejor he sido yo, que me estoy preocupando en exceso…» mira que ir a molestarla tras haberme caído por las escaleras y darme un golpe en la cabeza con un escalón? Si no es nada, este mareo y poca concentración seguro que no es para tanto. Este temblor en manos y piernas no es gran cosa. Este hormigueo se pasará. Seguro que estoy exagerando pidiéndole que me vuelva a dar ronda de vitamina B12, que mi malestar es imaginario como ella me dice…..

Y así, poco a poco he terminado sometida a su voluntad y casi su antojo. Porque las veces que he sacado la cabeza y he buscado una segunda opinión, se lo ha tomado como un desafío a su autoridad. «¿Que has ido a un segundo otorrino porque el primero al que te envié no te gustó cuando dijo que te intentaras olvidar simplemente de ese tínnitus que tienes tras quedarte sorda perdía de la noche a la mañana?» «¿Que se te ha ocurrido ir a un neurólogo para descartar algo chungo en la cabeza que justificara esos temblores y esa incapacidad de moverte sin tropezar por casa, incluso tras haberte dicho yo que lo tuyo eran nervios y estrés y se te pasaba yéndote a un Spa a que te dieran un masaje?» ¿»Que has decidido irte por tu cuenta a un fisio para poder movilizar la lumbar y el ciático, sin habértelo prescrito yo?» Ah, que tienes libre elección de médico y especialista… pero tu médico soy yo. Yo sé lo que te conviene mejor que tú misma.

Ha sido un infierno y aún estoy intentando librarme de sus garras. No dudo que sea una buena profesional…. cuando quiere puede ser incluso atenta y preguntarte por toda tu ascendencia y querer saber si tu familia ha sido afectada por la DANA de octubre. Pregunta sobre todo si la consulta es a primero de mes, fíjate tú lo que son las cosas ($$$).

El día que tiene bueno, puede incluso recetarte una resonancia para la lumbar incluso cuando ya llevas unos meses doblándote para sentarte sin llorar. Otras le cuesta escuchar que estas megacansada y que crees que tienes de nuevo la deficiencia de B12 o de hierro, porque se te cae el pelo a manojos y no puedes respirar. Pasa de tí para hacerte analíticas en mayo a pesar de esos síntomas (desde finales de marzo), porque «las de febrero salieron bien…» para pasar a preguntarte inquisitivamente «Qué has hecho para tener estos resultados»? sólo cuando en junio te sale (y se da cuenta) que te has estado gastando las reservas activas y pasivas de la vitamina/hierro y has estado entrenando fuerza al límite de la extenuación física, mental y muscular.

Sí, estoy en camino de cambiar de doctor y desintoxicarme de esta relación. Aunque está costando. Incluso mi terapeuta me ha llegado a admitir, que me ha visto sufrir mentalmente, pero, sobre todo, físicamente, este pasado 2024. Mi terapeuta la llegó a llamar por teléfono para hablar y la doctora se sintió desafiada también. Me metieron a fuego lo del más vale malo conocido que bueno por conocer.

Supongo que ahora tengo que trabajar en restablecer mi confianza en un nuevo médico de familia, el que sea. Y reencontrar mi amor propio para enfrentarme a mi doctora si alguna vez tengo que verle la cara de nuevo.

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Envejecer era esto

Desde hace unos años a esta parte siento que cada día de mi vida es un reto. Levantarme es un reto y continuar tranquilamente el día también lo es. Y a mí nunca me gustaron los juegos de retos ni de acertijos.

Tengo salud, no tengo ninguna de esas enfermedades que de las que Google nos informa que se acerca inminente nuestro deceso. Pero cada día sale una pequeña goterita que se une a las demás y al cabo de estos años mi vida gira en torno a pastillas, geles, cremas, ungüentos, sprays, revisiones médicas, pruebas de rutina, nuevas pruebas de descarte, etc. Es agotador.

Cuando mi madre me dice su típico «si te quejas ahora, no sé que vas a dejar para cuando seas vieja como yo»…. siempre le contesto lo mismo: «al paso que voy, lo mismo no llego. Porque tú, a mi edad, no tenías ni la mitad de lo que tengo yo ahora…. de la misma manera que la abuela, tu madre, estaba mucho mejor que tú a tu edad ahora.» En su caso ella esta peor que lo estaba mi abuela a su edad, de igual forma que yo estoy peor que mi madre cuando ella tenía 47 años. Pero ella no parece entenderlo o mejor dicho, no parece entenderme.

Tampoco me ayuda la ansiedad, por más que vaya a terapia, que siente todo lo que mi cuerpo padezca como un ataque. Al final es echar leña al fuego.

Y una se cansa de levantarse con incertidumbre de qué va a doler hoy, qué nuevo golpe se dará, qué nueva parte se inflamará, picará o quemará, cuáles serán sus consecuencias y si tendrá que añadir una nueva pastilla, crema o pomada a las que ya toma en el día a día, muchas de ellas crónicas. (y aún no hemos llegado a las de diabetes, colesterol, tensión…. la tríada de vejez oficial).

En fín…. Envejecer era esto.

Pero yo necesito entender y sobre todo, necesito tregua.

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Yo tenía un blog

Como Karen Blixen y su granja en África, yo tenía un blog al pie de las colinas del Uetliberg…. o algo así.

Aunque mi blog comenzó más bien en las orillas del río Thames, para pasar por el Liffey en aquel segundo salto de país. Teniendo en cuenta aquellos países, no yerro al decir que ha llovido mucho desde entonces y eso que se nota el calentamiento global y sus sequías.

El caso es que ha quedado un poco abandonado mi blog, como los kikuyu de Karen Blixen cuando ésta regresó a Dinamarca dejando atrás su granja de café.

Mucho no se me tiene que echar de menos cuando nadie de los que interactuaban con él ha preguntado. Ni siquiera el Sr. WordPress que interpelaba a mi querido Sopa de gansos. Tuve suerte en eso y no me ha atormentado estos años o en las esporádicas ocasiones en que he entrado a poner alguna recetilla (que es la única inspiración que me viene).

Ni siquiera tengo ya infinitos comentarios en cola de spam, cazados por Akismet. Eso dice mucho…. no me quiere ni la publicidad engañosa.

¿Qué ha pasado todo este tiempo? No sabría decir…. Aún intento ajustarme a los nuevos tiempos y a las nuevas modas, al desquerer de todos aquellos que en su día dieron vidilla a mi blog con sus comentarios y sus propios blogs. Han ido desapareciendo todos poco a poco como un barco en horizonte con bruma, tranquilamente, pausadamente, sin darse cuenta.

No es que mi vida estos años se haya encontrado en el «space between the spaces» que describiera mi medio melocotón en su propio blog, aunque sí que en mi caso siento que mis proyectos personales han estado parados y mi vida en suspenso, esperando a que todo vuelva a su ser, que fluya en otra dirección que no sean médicos (propios y ajenos), ansiedades y nubes negras en el pensamiento. Otra dirección que me haga colocar en su lugar a personas que una vez fueron algo y ahora son poco menos que nada, que no me duela su no-ausencia a pesar de todo. Un viento que lleve la proa de todos esos proyectos de costura, manualidades, estudios, etc a buen puerto…. aunque para eso quizá tendría primero que levar anclas, desplegar velas y soltar lastres, con una motivación que parece tan perdida como yo misma.

It’s my party and I cry if I want to…..

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Toda la verdad, señora

Oh sí…. ha llegado ese momento de mirarse en el espejo y preguntarse a sí mismo… ¿Tan mayor estoy para que de manera generalizada me llamen «señora» allá donde voy?

No es que me moleste, sino que me llama la atención que ahora lo escucho más que nunca. Antes era algo esporádico, ahora es continuo.

Supongo que el bienio Covid-19 ha pasado factura y con la mascarilla la gente se fija más en los ojos…. y mis ojos siempre tuvieron arruguillas, incluso cuando era una jovencita de 15 años. Me viene de la familia materna que cuando me río se me achinen los ojillos y aparezcan como consecuencia las marcas de expresión.

Estos dos años no he tenido muchos motivos para reirme a carcajadas, pero mis sonrisillas de escepticismo y sarcasmo sí que me han sacado algunas situaciones y siempre he intentado reir entre tanta ansiedad y agobio. Pero de ahí a que me llamen señora…. uff.

Supongo que me tengo que acostumbrar, pero a veces, en ciertas situaciones, considero el «señora» totalmente innecesario; una palabra dada de manera gratuita; sobretodo cuando la persona que te la espeta puede tener perfectamente la misma edad.

Tampoco tengo claro si me duele más a los oídos y al orgullo vanidoso que me digan señora, o que me llamen por sistema de usted…. siempre consideré que el tratamiento de «usted» se le daba a las personas de una edad considerable (de 70 para arriba) o de un rango social mas elevado al tuyo como signo de respeto.

Yo a mi abuela nunca la llamé de tú. Jamás. Siempre escuché que mi madre llamaba a su propia madre de usted y así lo hacíamos en casa también mi padre, mis hermanas y yo.

Siempre de usted. No es que la quisiera menos o mi abuela fuera de sangre real. La pobre trabajó toda su vida como una mula para darle a sus hijos de comer y que no pasaran hambre (la necesidad de tener sólo un vestido o un par de zapatos ya fue distinto). Pero hambre, incluso en post-guerra civil, mi madre y mis tíos nunca pasaron. Aun así, sin alta alcurnia, a mi abuela la llamábamos de usted….

¿Sentiría la pobre, lo mismo que yo siento ahora cada vez que me llaman señora o de usted? Desgraciadamente no le puedo preguntar y tampoco lo hice en su momento…

El caso es que cuando me dan ese tratamiento me siento rara; ese tratamiento no encaja conmigo y lo llevo reguleras. No es que no acepte el paso del tiempo; soy consciente de cada arruga, estría, celulitis, adelgazamiento de piel, etc que tiene mi cuerpo…. son vivencias atesoradas, son emociones sentidas y son experiencias ganadas, para bien o para mal.

Soy vieja, lo sé. Siempre me sentí vieja, hasta con 15 años. Quizá más madura y responsable con respecto a mi edad, por ser la pequeña en una casa con adultos. Y si me dijeran «Es que estás vieja, pues les respondería «Sí, lo sé…. ¿y qué?. Estoy vieja, soy vieja, pero estoy viva y sigo cumpliendo años….».

Sin embargo, ese «Señora» que escucharía la tercera en discordia de la famosa canción de Rocio Jurado; ese señora o ese usted es un puñalito que atraviesa mi orgullo y mis oídos.

Los que rondáis mi edad…. ¿os pasa lo mismo? ¿Cómo lo lleváis?

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Confederación Helvética y Coronavirus

Disclaimer: Este post es muy personal, y escrito con un cabreo monumental. Mis opiniones son mías, totalmente personales. Disculpad si alguien se siente ofendido….

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Escribo esto después de haber tenido una conversación con una amiga española que también vive en Suiza.  Y sí, lo habéis adivinado… el tema de la conversación es el dichoso Coronavirus (COVID-19  o SARS-CoV-2).

Para los que vivimos en Suiza han sido unas semanas complicadas, de sentimientos encontrados…. Supongo que para el resto también. Pero tenemos Italia, mi adorada Italia, ahí al lado y en una economía global y de fronteras abiertas, cualquier cosa que ocurre en el país vecino (cualquiera de los cuatro que nos rodean), nosotros lo vivimos expectantes.

Sería de suponer que, debido a la cercanía que tenemos, el Gobierno de la Confederación Helvética tomara ejemplo de Italia y empezara, a estas alturas, a tomar medidas más drásticas. Pero se ve que no saben ese refrán de «cuando veas las barbas del vecino pelar, pon las tuyas a remojar…..».

Cuando se detectó el primer caso en Suiza, la Confederación rápidamente asumió algunas potestades cantonales y prohibió los eventos de más de 1000 personas, se establecieron los protocolos de detección de casos positivos, etc. Desde la Oficina Federal de Sanidad Pública se emitieron unos bonitos carteles con las normas que teníamos que acatar para protegernos a nosotros mismos y a los demás.

Estupendo…. actúan rápido, pensé. :)

Luego vino la escalada de casos en Italia (con la pertinente declaración de emergencia y con todo el país como Zona Roja) y subida de casos en otros países como Francia, Alemania, España….

Si actuaron tan rápidos la primera vez, ahora que la crisis se agudiza en toda Europa, justo era pensar que la Confederación Helvética actuara de nuevo con firmeza y empezara a tomar medidas más duras, para evitar la expansión de casos tal y como declaraba hace unos días la propia Organización Mundial de la Salud, cuya sede por cierto, está en Ginebra (en Suiza por tanto….)

Craso error…. :/     Llevamos unos días esperando las nuevas recomendaciones del gobierno. Lo único que hemos visto es cómo Suiza ha cambiado el criterio para hacer los tests de detección de casos positivos. :S

Si antes se testeaba a todos aquellos tuvieran síntomas, hubieran estado en zonas de riesgo (China, Corea del Sur, Irán, Italia, etc) y pudieran perteneder a grupos de reisgo, ahora ya sólo se hacen los test a las personas consideradas de grupos de riesgo… y cuál es el grupo de riesgo?  Según la confederación:

– Mayores de 65 años con:

– Hipertensión o,

– Diabetes o,

– Enfermedades respiratorias crónicas o,

– Enfermedades cardiovasculares o,

– Enfermedades o terapias que debiliten el sistema inmunitario

– Cáncer

Así que cuando veáis cifras de Suiza, tened en cuenta que faltan muchos más casos (cifra desconocida totalmente) que seguramente sean positivos. Es decir, positivos son todos los que están, pero desgraciadamente, no están todos los que en realidad son.

Parece que no se aplican ni los consejos de la OMS, que ayer mismo declaraba en rueda de prensa lo siguiente….

Porque como he dicho antes, desde el lunes, Suiza sólo le hace el tests a los mayores de 65 años….

La segunda sorpresa, ayer miércoles también, fue comprobar que el Cantón del Ticino, justo el que hace frontera con Italia, ha decidido actuar por su cuenta y declarar la situación de  emergencia hasta el próximo 29 de Marzo, con un paquete de medidas complementarias y más estrictas que las del gobierno central de Berna:

– Todos los cines, teatros, piscinas, discotecas, centros deportivos y similares permanecerán cerrados. Todavía se permiten actividades deportivas individuales, en las que se puede mantener la distancia de seguridad prescrita entre personas (1.5m – 2m).

Los restaurantes sólo podrán permanecer abiertos si tienen menos de 50 asientos y aseguran a sus invitados la distancia de seguridad prescrita, tanto en caso de estar de pie como sentado.

– En general, los eventos con más de 50 personas están prohibidos.

– Disposiciones especiales para los grupos de riesgo: los mayores de 65 años no deberían cuidar a los niños, participar en festivales públicos o privados y dejar de usar el transporte público. Y necesitan urgentemente seguir las medidas de higiene recomendadas.

A mí ayer me pareció estupendo, y muy lógico. «Lo siguiente» – pensé ilusa de mí – «será que bien el resto de cantones o desde el mismo gobierno central, se tomen las mismas medidas drásticas«.

Mi gozo en un pozo…. si bien esta mañana se decía que en los siguientes días se tomarían decisiones en esa dirección, tres horas más tarde, el gobierno central ha reculado y dicho que aún no ve la necesidad de tomar esas medidas más estrictas… WTF????????

¿Mande? :O Lo he flipado…. y me he cabreado, claro.

Me da la impresión que la Confederación está a verlas venir…. que es uno de esos países de los que la OMS dice que parece que han tirado la toalla o qué se yo.

Ahora mismo estoy cabreada. :/  Me siento engañada por unas cifras de positivo que, aunque auténticas, no son totalmente realistas.  Me siento desprotegida e insegura. Me siento dejada a mi suerte. :(

Y yo pongo todo de mi parte para cumplir las normas que se me dictan, pero a tenor de la situación mundial, me parecen insuficientes. A lo mejor es que soy masoquista y me gusta que me impongan normas más estrictas…. qué se yo. :(

Vosotros, ¿cómo lo véis?

 

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Sufriendo consecuencias

Imagino que ya habéis leído el post de Luy sobre nuestra excursión/ruta de senderismo de descenso Rigi Kulm a Arth Goldau.

Lo recomiendo totalmente. El post claro… la ruta es bonita, si no confiáis tanto en Google maps como hicimos nosotros y estáis en forma (física y mentalmente) para aguantar las 5 horas de descenso (pensábamos que eran sólo 2h30min).

Lo peor de un descenso así, cuando no se está preparado, son las consecuencias: al final del camino nuestro cuerpo (caderas y piernas principalmente) se negaba a seguir adelante. Totalmente paralizado, como si se hubiera topado con un muro de hormigón y no pudiera avanzar.

Al llegar a casa nos dolía todo: desde las pestañas hasta los pensamientos. xD

Fue cuando nos acordamos que nuestro Villa Poyaque es un duplex. ¡Vaya si nos acordamos en los días siguientes! Cada vez que nos tocaba ir a la ducha o a dormir… Sopesamos seriamente la idea de vivir abajo hasta que las agujetas pasaran; total, tenemos la cocina, un aseo y un sofá-cama abajo. Uhm… maldición… la ducha está arriba… jooo….. :S

Si os soy sincera, para mí las agujetas no eran lo peor. Esas sé que durarían 3 o 4 días… Ah, pero mis pies… :(

Mis pies, sobre todo las uñas de los dedos gordos, me empezaron a doler a las 3 horas de bajada. Al quitarme las botas en casa (1 de junio) vi que me habían salido algunas ampollas y el color de las uñas era rosita, pero un rosita raro. Además las sentía como postizas, como si no fueran mías: daban punzadas (mi corazón se había trasladado a mis pies?) y dolían.

Con el transcurrir de los días y a base de hielo, ibuprofenos y baños de agua y sal, el dolor ha ido menguando (que no desaparecido totalmente), pero la evolución de las uñas ha sido la siguiente: (ATENCIÓN: las imágenes a continuación no son aptas para miradas sensibles, jajaja. Si queréis las saltáis rapidito… :P).

 

A estas alturas logré encontrar un esmalte de uñas de un color casi igual a mis uñas, así que me pinté las demás para que no desentonaran. La carita de los clientes del Migros de Thalwil cuando me veían escoger color y agacharme para comprar con las uñas era un poema, jajajaja. Y seguimos…

Como véis esa última foto es de hoy mismo.

Para los que os lo estéis preguntando, sí, fui a mi doctora a que le echara un vistazo, allá por el día 12 de junio (un poco tarde, lo sé) . Y me dijo que mis uñas estaban siguiendo la evolución normal, es decir, se pondrían negras y terminarían cayendo. xD

La cuestión era saber cuándo y si volverían a salir; que habría que esperar y evaluar. Me dijo también que nada de pintarme esas uñas, supongo que por aquello de seguir la evolución, jajaja. Pero como no me dijo nada de las demás, pues por eso fui en busca de esta monada…

Así que la evolución «uñil» continúa. Obviamente no voy a poneros más fotos por aquí de la evolución, ya os he torturado bastante, jajaja. Sobre todo porque la cosa va para largo. La caída y regeneración de la uña puede llegar a los 6 meses mínimo y yo sólo llevo poco más de un mes y medio.

Pero vamos… la ruta y las vistas preciosas. xD

 

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Volviendo a la infancia

¿Coleccionábais cromos de álbumes en vuestra infancia? Yo sí.

Tenía el clásico de David el Gnomo y La vuelta al mundo de Willy Fog, ambos de Danone. Por mi casa rondaba también el de dibujos de muñecas de Sarah Kay (toda una maravilla!) y alguno de la pertinente liga de fútbol (no recuerdo quién lo coleccionaba de mi familia). Sin duda alguna al que tengo más cariño y aún conservo como oro en paño, es uno que nos regalaron en mi cole, llamado «Cádiz, 3000 años de historia«. Creo que de ese no me desharé en la vida… .:_)

Coleccionar estampitas o cromos en un álbum tiene algo de vuelta a la infancia y grandes dosis de emoción. Abrir el sobre, ver los cromos, comprobar los que tienes repes y alegrarte como si no hubiera mañana cuando encuentras ese último que te falta….

Yo, por mi parte, he vuelto a esas emociones. :)  Como lo oís. Jajaja.

Pues sí, amigos… lo que se dice popularmente «a la vejez, viruelas».  xD

Siempre me ha llamado la atención esta muñeca Gorjuss de la editorial Santoro, aunque no fui nunca de tener tazas, bolsos, camisetas con ese dibujo. Ah… pero el álbum… el álbum es otra cosa… ;)

Me lo trajo Luy en febrero de este año como sopresa desde España en una de sus escapadas familiares. Y luego en una visita posterior fui a comprar cromos para intentar completarlo. Aún me faltan algunas estampas.

Por cierto, las anécdotas de entrar a comprar los sobres de cromos a los 42 años no tienen precio… La cara que se les queda a los quiosqueros y estanqueros cuando se compran 10 sobres de estampas y se dan cuenta de que no son para niña alguna («anda, qué feliz va a estar la niña con tanto sobrecito!» me decían), sino para una adulta hecha y derecha, es de risa… xD

Lo malo es que a ver dónde cambio yo ahora las repes que me salgan, porque en Suiza no venden el álbum y apostarse en las puertas de los colegios para cambiarlas levantaría muchas suspicacias hasta en España (hay mucho desaprensivo suelto y ya no es para fiarse).

Y vaya si tengo repes…. todo ese taco que véis es de estampas dobles y hasta triples.

Pero no me preocupa mucho. La ilusión cada vez que abro un sobre de estampas no la vivía desde que Danone dejó de hacernos levantar las tapas de los yogures… xD

¿Habéis vuelto alguna vez de esta manera a la infancia?

 

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Nueva dermatitis para la colección: dermatitis shiitake

Algunos ya sabéis que mi piel es atópica, así que de vez en cuando me dan brotes de dermatitis y eccemas con los que tengo que batallar. Gracias a Dios, y digo esto cruzando los dedos, hace tiempo que no me da ninguno fuerte; aunque sí es verdad que mi piel sufre siempre de sequedad y tengo que estar continuamente hidratándola, sobre todo las manos (por fregar los cacharros que no puedo meter en el lavavajillas, supongo).

El caso es que cuando observo puntos rojos o granitos en la piel ya me saltan las alarmas. Pero cuando la piel reacciona como si me hubiera fustigado con un látigo, pues es algo a lo que no estoy acostumbrada, jajaja.

Una tarde de principios de febrero, me noté unas marcas en la piel del cuello y escote, como si me hubiera rascado.

Me resultó extraño, porque no recordaba haberme rascado en esa zona durante la mañana, pero no le dí la menor importancia. – «Quizá es la costura del cuello de la camiseta que llevo» pensé… «En un par de horas, cuando me ponga el pijama se habrá quitado«.

Cuando me fui a poner el pijama, me di cuenta, que las marcas (como de arañazos o de latigazos) ya no estaban sólo en el cuello y escote, sino sobre todo en la espalda (en toooda su extensión: de izquierda a derecha y de arriba a abajo).

Me quedé un poco con cara a cuadros y con la mosca detrás de la oreja. :O Pero como no me picaba ni nada, pues me fui a dormir con la esperanza de despertar bien por la mañana.

Por supuesto, la cosa no había mejorado a la mañana siguiente. Estaba igual. Si acaso, me escocían un poco cuando me rozaba la ropa. Aunque picar, no picaba.

Con todo y con eso, llamé por la mañana temprano a mi doctora y pedí cita, que me dieron para esa tarde a las 14h.

Al verme mi doctora (santa paciencia tiene conmigo la buena señora), lo primero que me preguntó…. «¿Te pica la piel? Porque tienes marcas de haberte rascado por el escote y por toda la espalda«… Le dije que no, pero ella insistía en la pregunta. Cuando se aseguró de que yo decía la verdad (jajajaja) me miró detenidamente, intentando averiguar qué demonios era eso que me recorría el cuerpo. Me sacó sangre para ver si no fuera un herpes o la varicela…. pero los resultados fueron negativos.

Ante esa situación, pidió cita urgente para que me examinara un dermatólogo que hay en Thalwil. Esa misma tarde me tocaba ir de nuevo a las 17h a una consulta de dermatología. Mi primera vez, ¡chispas!… xD

El dermatólogo, un chico joven, pero no más joven yo, me volvió a examinar y me preguntó mi historial dermatológico. Le dije que mi piel tiene tendencia a la dermatitis atópica, pero que ya tengo experiencia en detectar yo misma los brotes y que hacía mucho que no me salía uno, porque me cuido mucho la piel. Además, que aquello no tenía aspecto en absoluto de dermatitis atópica.

A él le extrañaba tanto o más que a mí que el patrón que seguía el sarpullido fuera como de marcas de latigazos o arañazos. Me preguntó si me picaba; le dije que no, que más bien a estas alturas ya (llevaba unas 48h con el sarpullido) me escocía más que me picaba. Me preguntó también qué había comido estos últimos días. «Uhm… no sé… rösti, coliflor al horno con bechamel, gnocchi con shiitake, ensalada caprese de tomate y mozarella…. lo normal. Nada de huevos, nada de salsa…. no soy alérgica a ningún alimento, salvo por una intolerancia al kiwi que hace décadas que no como….«.

Para cuando yo terminé mi parrafada, tenía al dermatólogo sonriendo y con los ojos como platos diciendo… «Nooooo, no puede ser… no puede ser…. joer, qué suerte tengo!» .

¿Perdón?

No, disculpa… es que creo que lo que tienes… no puede ser… (se sonreía él solo). No… sí…. no puede ser… creo que lo que tienes es una dermatitis por shiitake….  es mi primer caso. Cuando estudiaba en la facultad, una compañera de clase que estaba de prácticas en una consulta, nos dijo que le había llegado un caso de una mujer que había comidos setas shiitake en un restaurante chino y al cabo de 24-48h le habían aparecido marcas como las tuyas. Pero yo, personalmente, en toda mi vida profesional, no había visto ningún caso. Estoy feliz, es la primera vez que lo veo… .

Hombre, yo encantada de haberle alegrado el día (pensé, qué digo el día, la semana…..), pero a mí no me alegra tener este sarpullido. Que menos mal que mi marido no es celoso, que si no iba a pensar que el amante había sido muy bruto…. jajajaja.

Nos miramos los dos y nos tuvimos que reir, claro… xD

Por lo que he visto en internet y en la wikipedia la dermatitis shiitake fue detectada por primera vez en 1977 (es casi tan vieja como yo, bueno igual de vieja que Luy). Hay más casos en China y Japón, obviamente, por ser estas setas originarias de esa zona. El primer caso detectado en el mundo occidental fue en 2006 en UK. Pero claro…. la gastronomía asiática se está poniendo de moda y está empezando a convivir en nuestro día a día occidental, así que se están extendiendo patologías de esos lares que para nosotros no son conocidas.

Básicamente se produce al comer cruda o poco hecha esta seta. Eso fue lo que me pasó a mí…. que me había hecho dos días antes un plato de gnocchi con shiitake, pero me pudo el hambre, así que no terminé de hacer bien las setas. Porque si no, no me lo explico: ya había hecho ese plato al menos en dos ocasiones más y no me había pasado nada; y somos de ir al restaurante chino de Thalwil o traernos la comida del chino a casa al menos una vez al mes…

Afortunadamente, en el 90% de los casos, se cura a la semana con un simple tratamiento por vía tópica. El dermatólogo, después de hacerme un book de fotos que ni a una modelo (le tenía que haber hecho pagar los royalties … Jajajaja) me puso un tratamiento de pomada de corticoides y pastillas de antihistamínico y efectivamente, a la semana ya no había ni rastro. Yupi!

Eso sí, al día siguiente de mi visita a su consulta, me llamó para explicarme que se había puesto en contacto con el Unispital (por lo visto son los especializados en este tipo de dermatitis) y que su recomendación era comer la próxima vez una porción muy, muy, muy pequeña de setas y muy bien cocinadas. Y que esperara unas 24-48 horas a ver cómo reaccionaba la piel (por cierto, recomendación que aún no he llevado a cabo, jajajaja).

Por si acaso, también me hizo recoger en consulta un kit de emergencia (contiene anthistamínico y corticoides en pastillas), por si voy al extranjero o como en algún restaurante chino. Lo tengo que portar conmigo siempre.

En fín, siempre me gustó coleccionar cosas…. pero cuando empezamos a coleccionar dermatitis, es que estoy hecha un canastito de chucherías…. xD

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Acostumbrándome a la inducción

Retomo el blog en este 2019 para seguir hablando de este piso nuevo en el que vivimos ahora.

«Villa Poyaque» (pos ya que vas para arriba/abajo, súbete/bájate esto…) ha venido con un detallito nuevo que no me esperaba: una placa de inducción…. sólo de inducción. :/

Las ventajas han sido evidentes: es más rápida cocinando y viene además con un botoncito de «boost» que hace que, por ejemplo, un cazo con agua para cocer pasta se ponga a hervir en menos que canta un gallo. Como te descuides el agua se rebosa entera (conste que aún no me ha pasado…. ;P)

Lo malo es que con la inducción me di cuenta que algunas cosas no me funcionaban; entre ellas mi amadas sartenes de Tefal.

Compradas allá por 2007, cuando recién aterrizamos en Dublín, ya tenían sus años, pero estaban como nuevas. Sobre todo la más grande (de 26 cm). Es verdad que la pequeña estaba ya tan usada que ni el famoso punto rojo de Tefal se le veía.. :( Pero a pesar de eso seguía funcionando a la perfección. Cierto que en esa ya empezaba a hacer burradas, como la desmenuzar el filete de pollo para la ensalada césar directamente en la sartén usando un tenedor (por supuesto esto no lo hacía con la otra más grande, que estaba más nueva). Pero teniendo en cuenta que la sartén la usaba todos los días y ya tenía 11 años cuando la cambié…. Pues la verdad es que me han salid buenas las dos.

Y allá que voy a ponerlas a funcionar y veo que el piloto de la placa me pita y empieza a parpadear…. mi gozo en un pozo. He tenido que cambiar mis dos maravillosas Tefal por unas sartenes adecuadas a la inducción. :( Espero que me duren como poco otros 11 años; aunque tal y como hacen las cosas ahora, no las tengo todas conmigo.

Otras de las cosas que no iban bien en la nueva inducción era… mi cafetera italiana Bialetti. :(

Oh! :O

Esa primera mañana nos tuvimos que tomar té, en lugar de café. Luego, cuando ese día ya me cansé de abrir cajas de mudanza, bajé el supermercado a comprar ese adaptador que véis en la foto de arriba, porque lo de cambiar también de cafetera como que ni me lo planteo.

Y lo último hasta ahora (crucemos los dedos para que sea lo último de verdad) que he tenido que cambiar es algo muy suizo…. el caquelón de fondue.

Esto era un pelín más problemático: tradicionalmente son de barro. Al menos el mío lo es.

No pensé que se hicieran caquelones para inducción. Bueno, sí, lo sé…. los hay de hierro fundido… me consta. Pero no me negaréis que son feuchos y sosos y además pesan una barbaridad.

Primero, detesto las cosas que pesan: tengo tendencia a caer accidentalmente las cosas de mis manos, así que mejor que lo que se caiga no pese…. por el bien de mis manos (se me suelen abrir las muñecas con las cosas pesadas) y por el bien de mis pies (que se te caiga una sartén o cacerola de hierro en un pie vestido únicamente con una flip flop de estar por casa y me cuentas… xD).

Segundo, los caquelones de hierro son extremadamente sosos. Nada de diseños tradicionales con flores de edelweiss, heidis, vaquitas, scheerenschnitte, etc… nada de nada. El color del esmalte y ya. :S

Cuando fui a la tienda preguntando por un caquelón apto para inducción, no las tenía todas conmigo. Pensé que me iban a intenar encasquetar el de hierro. Me equivoqué; me intentaron encasquetar, no sólo el de hierro, sino además (habida cuenta de mi negativa a ese tipo de caquelón) un adaptador para mi caquelón de barro. :/

En la tienda había otra chica con el mismo problema que yo; se ve que no era yo la única. Y también a ella le parecían sosos los de hierro fundido. Como decía ella…. lo bonito de una fondue de queso, además de compartirla con amigos, es disfrutar de un diseño bonito en el caquelón. Y el de hierro esto no lo tiene.

Ella se terminó yendo con un adaptador, pero yo me fui de vacío. Básicamente, porque antes de ir a la tienda ya había probado poner mi caquelón de barro en el adaptador que había comprado para la cafetera y la experiencia no me convenció: tardó muchíiiiiiiiisimo en calentarse el caquelón. Y eso en vacío…. si le llego a meter el contenido del sobre, aún estaría esperando a que se derritiera la fondue.

Al llegar a casa estuve investigando un poco por internet. Así me enteré que hay una casa de caquelones, que ha adaptado el tradicional recipiente de barro, con un fondo de inducción. Aleluya!

Y encima, uno de los que vendían adaptados a inducción, lo tenían disponible en la sección de regalos por puntos de mi supermercado. :) Ay, que bien me vino coleccionar puntos del Coop con su tarjeta de fidelidad…. :D

Hice mi pedido y un par de días más tarde, ya lo tenía en casa. Yupi!

Por supuesto que ya lo hemos probado un par de veces y estamos muy contentos. :)

Y vosotros… ¿habéis tenido experiencias parecidas al cambiar a la inducción?