Envejecer era esto

Desde hace unos años a esta parte siento que cada día de mi vida es un reto. Levantarme es un reto y continuar tranquilamente el día también lo es. Y a mí nunca me gustaron los juegos de retos ni de acertijos.

Tengo salud, no tengo ninguna de esas enfermedades que de las que Google nos informa que se acerca inminente nuestro deceso. Pero cada día sale una pequeña goterita que se une a las demás y al cabo de estos años mi vida gira en torno a pastillas, geles, cremas, ungüentos, sprays, revisiones médicas, pruebas de rutina, nuevas pruebas de descarte, etc. Es agotador.

Cuando mi madre me dice su típico «si te quejas ahora, no sé que vas a dejar para cuando seas vieja como yo»…. siempre le contesto lo mismo: «al paso que voy, lo mismo no llego. Porque tú, a mi edad, no tenías ni la mitad de lo que tengo yo ahora…. de la misma manera que la abuela, tu madre, estaba mucho mejor que tú a tu edad ahora.» En su caso ella esta peor que lo estaba mi abuela a su edad, de igual forma que yo estoy peor que mi madre cuando ella tenía 47 años. Pero ella no parece entenderlo o mejor dicho, no parece entenderme.

Tampoco me ayuda la ansiedad, por más que vaya a terapia, que siente todo lo que mi cuerpo padezca como un ataque. Al final es echar leña al fuego.

Y una se cansa de levantarse con incertidumbre de qué va a doler hoy, qué nuevo golpe se dará, qué nueva parte se inflamará, picará o quemará, cuáles serán sus consecuencias y si tendrá que añadir una nueva pastilla, crema o pomada a las que ya toma en el día a día, muchas de ellas crónicas. (y aún no hemos llegado a las de diabetes, colesterol, tensión…. la tríada de vejez oficial).

En fín…. Envejecer era esto.

Pero yo necesito entender y sobre todo, necesito tregua.

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