Hay veces que una tiene una cabecita llena de ideas locas y no muchas ganas de pensar en más de 4 cosas…. y se mete en fregaos y berenjenales…. ;)
En una de mis visitas a Madrid hace un año más o menos, visité la tienda Casa Hernanz, una alpargatería señera y con solera. De verdad que por ver su interior lleno de estanterías hasta arriba con distintos modelos de alpargatas (es también cordelería y cestería) bien merece la pena aguantar las largas colas que se forman delante de la tienda.
Pues compré allí unas suelas de esparto, con la idea, supuestamente, de hacerme mis propios espartos. Pero, como siempre, ahí los dejé…. :(
Y el otro día, revisando armarios, encontré esos zapatos que adoro, pero que no me he puesto desde hace dos años porque las cuñas eran duras y más de una vez he pegado traspiés con ellas:
Así que pensé…. ¿Y si les quito el piso y las tiras (que son piel vuelta) y las apaño en las suelas de esparto?.
Con la ayuda de Luy, logré separar los componentes del zapato y quedarme con las dos partes que me interesaban.
Para poner las tiras usé primero los alfileres de costura.
Pero probarse el ancho, con los alfileres es un poco doloroso, jajaja.
Así que al final marqué las líneas con boli en el zapato y luego fue cuestión de encontrar el modo de asegurarlas antes de pegarlas.
También probé a ponerlas con grapas, pero como no tengo grapadora de tapicería, (la mía es la de oficina) no me servía mucho. Al final, pues hilo y aguja… Lo clásico. :)
¿Me gano la vida de zapatera?
La respuesta es… NO. Jajajajaja.
Cuando ya me había dejado los dedos con los alfileres, el dedal y la aguja…. Cuando ya tenía las dos suelas con las tiras marcadas a boli y cosidas, sólo a falta de pegar el piso… Me dí cuenta del fallo…. ¿lo véis?
Las hebillas debían ir hacia fuera, no hacía dentro :(.
Pero bueno…. con un poco de paciencia, logré ponerlas como se debe. Tuve suerte y las marcas de boli, me sirvieron también como guía para la colocación correcta de las tiras.
Le dí un repasito también a la parte del piso, proque tenía unos pespuntes decorativos que se habían estropeado con el uso. Usando hilo de bordar, repasé yo los pespuntes y los dejé «niquelaos». :)
El siguiente paso, pegarlas con pegamento de calzado, fue mucho más entretenido. Pero que muuuuucho más entretenido … jajajaja.
Cuando acabé de pegar las suelas (hay que seguir las instrucciones del fabricante de pegamento), mi atelier olía a pegamento por todos lados. :D
Yo casi veía elefantes azules volando… jajajaja. Había gastado el tubo de 30gr entre los dos zapatos.
Luego es cuestión de ejercer la presión y peso necesario para que peguen. Yo las metí debajo de cajas de libros (el saber no ocupa lugar, pero sí peso, jajaja).
Cuando las saqué, mis sandalias ya estaban listas para ser probadas.
Salí a dar un paseo corto y no me quedé descalza por la calle, así que bieeeeeen. :)
La verdad es que estoy contentas con mis «nuevas» sandalias de esparto.