Como veo que pasa el tiempo y Luy no me pisa el post (:P), voy a contaros lo que hicimos el miércoles pasado. ;)

Sin más dilaciones… (tachán, tachaaaaaán!)… ¡Nos convertimos en Maestros Chocolateros de la fábrica Lindt por un día! Jajajaja.

 

Hicimos de guiris totalmente. :P. Porque señoras y señores, te lo venden como un curso, pero no lo es. ;)

Es una actividad lúdico-festiva, en la que te dicen lo que tienes que hacer, te dejan comer todo el chocolate habido y por haber, y te llevas el botín terminado a casa. Pero de allí, no sales con librito de recetas para repetir en casa, ni con una idea aproximada de cómo realizar las mezclas de chocolate y rellenos varios, ni mucho menos te cuentan el secreto de la receta del chocolate Lindt.

Pero te echas unas risas y pasas dos horas maravillosas disfrutando como un niño chico :).

Reservamos nuestras plazas en noviembre de 2015. Ahí es ná… Yo llevaba tiempo fijándome en la página de la Chocolatería Lindt a ver si salía alguno en inglés al que pudiéramos ir Luy y yo. Y tras varios meses, si no años, siguiendo la dichosa página web, por fín conseguí ver uno. Ni corta ni perezosa pillé mis plazas y pagué. Esa noche creo que me fui a la cama con una sonrisa de oreja a oreja :D.

Nuestro «curso» fue el miércoles pasado.

Lo primero que haces es llegar y esperar en la recepción. Desde allí te suben al taller y te vistes por completo de Maestro Chocolatero: chaquetilla con doble abotonadura dorada, mandilón de los grandes y sombrero con el nombre Lindt bordado en hilo plateado. Todo de un blanco impoluto. Punto a su favor: te dejan hacerte todas las fotos habidas y por haber.

Luego abren las puertas y entras al taller donde te distribuyes por las mesas de trabajo.

Te dan una brevísima introducción a la historia de la firma chocolatera, con las fechas más importantes y mientras van repartiendo bolas de Lindor, bombones y pralinés varios, trozos de tabletas…

(perdón por la foto tan movida, pero es que esta criatura se movía más que una lagartija)

Ains… mejor que vayáis con mucha hambre. Yo no tenía demasiada, así que todo iba a mi bolso, jajaja.

El resto del tiempo te lo pasas intentando imitar lo que el maestro chocolatero asignado a tu mesa te dice que tienes que hacer. Unos con más éxito que otros.

A nosotros las trufas de champán se nos dieron de vicio….

Pero la decoración de pralinés fue harina de otro costal, jajaja. A la vista está, lo que nuestra maestra (era una chica) hizo en menos de 5 minutos….

(limpieza total, nada manchado)

… y lo que nosotros hicimos con los 15 minutos que nos dieron…

(mis pralinés: oda al chocolate blanco :P).

(escribir con chocolate es muuuuuy difícil)

Lo de Luy además, fue de expresionismo picassiano aplicado al arte de chocolate.xDD

Luego no tuvo manera de separar algunos de los pralinés y tuvo que venir la chica a ayudarlo a la hora de empaquetarlo.

Ah, sí… no os lo he dicho…. Nos enseñaron hasta a empaquetar nuestras creaciones y nos las llevamos a casa. En total, 28 trufas de champán y 10 pralinés decorado para cada uno. Tenemos chocolate para varios regimientos de infantería… Jajajaja.

Esta actividad es ideal para hacerla con amigos de visita (y encima se llevan el souvenir comestible de recuerdo) y para gente a la que le guste el chocolate. Yo no estoy en ninguno de los dos grupos, así que lo único que pensaba durante las dos horas que duró, era en la peazo ensalada caprese con aguacate que iba a cenar ese día, jajaja. Y es que tanto olor a chocolate impregnado hasta en el pelo y en las manos, hace que salgas de allí de empacho (si es que no te apasiona tanto el chocolate, claro).

Pero se pasa muy bien intentando decorar decentemente los pralinés, a pesar de que te meten prisita para hacerlo en el tiempo establecido. Y te ríes mucho al verte vestido de Maestro Chocolatero, jajaja.