Nuestra visita a Pasajes nos resultó sencilla y preciosa.
No es para menos, ya que este singular municipio usa aún una barcaza para ir de un lado a otro de la localidad.
Cuando la paseamos, me dio la impresión de que tenía una única calle principal a cada orilla, aunque en realidad se extiende hacia arriba en una pequeña colina.
Lo que ocurre, que la parte más concurrida es la que linda directamente con la ría.
Empezamos a andar por esa «calle principal» y dimos a la entrada de la ría. Allí vimos el faro y varias fuentes que emanaban directamente de la roca.
La arquitectura de Pasajes me llamaba fuertemente la atención. Supongo que me recordaba en esencia lo que he visto por otros lugares de Suiza.
Desde la otra orilla, Pasajes era así….
Y de vuelta a la otra orilla, pasando por el arco…
Muchos de los edificios tenían en sus bajos un arco así para permitir pasar por debajo. Estaba curioso.
A mí me gustó muchísimo y disfruté de su tranquilidad y estilo de vida pausado. No me extraña que el escritor Víctor Hugo residiera allí un tiempo y se inspirara en sus paisajes para escribir un libro titulado «Alpes y Pirineos».
Totalmente recomendable una visita a Pasajes.