Pues el segundo y último día en Budapest nos levantamos con una lluvia, ambiente fresco-fresco y un cielo gris que nos acompaño todo el día. No siempre iba a hacer sol.
Hicimos lo que pudimos, teniendo en cuenta que de abrigo yo sólo había llevado una rebequita y un paraguas y mis amigas el chubasquero. Con lo que nos cayó, a mitad del día sus prendas ya estaban mojadas y yo muerta de frío…
Por cierto, desde ese puente que cruzamos andando pudimos ver, a la luz del día, que el Danubio no es azul, ni mucho menos… (y no, no es el reflejo de las nubes… :P)
Aún así decidimos ir andando hasta el Castillo de Budpest, que en realidad, más que castillo es Palacio o complejo palaciego, puesto que está formado por varios edificios que ahora sirven de biblioteca, la pinacoteca y varios museos.
Nada más entrar, una fuente: la Fuente de Matías.
Luego el Palacio Real (Királyi Palota en húngaro), que en realidad es un enorme complejo que ha sido arrasado y recostruído varias veces. Como dije, en la actualidad alberga dos importantes museos (no entramos), la Biblioteca Nacional (tampoco entramos) y varias estatuas y monumentos.
Tiene una explanada-mirador hacia la otra orilla del Danubio, con unas vistas muy bonitas.
A mí la que más me gustó, por supuesto, era la vista del Parlamento. Tengo que reconocer, y seguro que lo habéis intuído ya, que el edificio del Parlamento me enamoró.
Estaba recién restaurado, según nos dijo la recepcionista de nuestro hotel. La verdad es que se le notaba lo orgullosa que estaba de ese edificio y no es para menos, porque en verdad es para dejarle a uno con la boca abierta admirándolo. :)
Vimos también algunas casas muy bonitas…
Hicimos algunas compras en las tiendas de la zona del Castillo. Dicen que el pimentón de Hungría (Paprika) está muy rico, así que compré en las tiendas de souvenirs un par de latitas pequeñas (para mí y para regalar). Luego seguí el ejemplo de una de mis amigas y entramos en un supermercado que había en la zona y compré más. Obviamente en el supermercado estaba más barato que en la tienda de souvenirs… recomendación para turistas (y para mi próxima visita): comprar el pimentón en alguna tienda de comestibles o supermercado y no en tienda de recuerdos. En el super vale más barato ;)
Anecdotilla del día: Almorzamos en un sitio en el que yo entré con tan mal pié (literalmente) que casi me estampo contra la vitrina de las tartas. Bueno, sin el casi, que luego tuve que limpiar las gafas del coscorrón que les dí contra el cristal. ¡Qué sonrojo!! :S
Lo peor es que para no romper el cristal, logré echar el cuerpo hacia atrás y con el impulso lo que me casi me rompo es la mano, porque caí sobre ella. Menos mal que no me rompí hueso ninguno, pero sí es cierto que me abrí la muñeca, así que en los siguiente días tuve que usar uno de mis pañuelos de pelo para asegurarla… :_(. Eso sí, al menos me reí de lo lindo con las ocurrencias que tenían mis amigas cuando recordaban mi caída, jajajaja. Mejor reír que llorar… :P
Una vez salimos del restaurante, dimos con la Iglesia de Matías que tenía una cola para entrar a visitarla de impresión. :S Nos contentamos con hacer las fotitos exteriores.
Incluímos en el reportaje también, algunas fotos de la estatua del Rey Esteban I de Hungría, también conocido como San Esteban, y de lo que se podía ver desde fuera del Bastión de los Pescadores (hay que pagar para entrar).
Creo que lo único por lo que merecería la pena pagar la entrada al Bastión de los Pescadores es por hacer fotos del Parlamento, que según la guía que tengo, es el mejor punto para fotografiarlo. Yo ya tenía unas cuantas fotos y no quería ser pesada, así que me quedé fuera ;).
Seguía lloviendo e incluso a ratos arreciaba. Eran apenas las 18h de la tarde, pero aquello no parecía que fuera a amainar. Sintiéndolo mucho, y entre la lluvia, la caída sobre mi muñeca y que en realidad estábamos muertas de frío, decidimos que lo mejor era regresar al hotel para entrar en calor y descansar, ya que al día siguiente regresábamos al punto de partida de nuestro viaje, Praga.
Antes, compramos algunos víveres para el camino en tren Budapest – Praga, y para nuestra cena en la habitación. Además así aprovechábamos la botella de vino blanco que como cortesía nos habían dejado tan amablemente en la habitación del hotel :)
Por cierto el vinito estaba riquísimo y eso que creo que es salchichón, también :)
Y con este laaaaaaaaaaargo post, termino la aventura de Budapest.