Penúltimo viajecillo. Ya empezábamos a estar cansados, sobre todo Luy, que era (y es habitualmente) el que conducía. Teníamos ya esa sensación de no saber qué día era, o en qué sitio estábamos, qué ciudad habíamos visto primero o en qué sentido íbamos, jajaja.
Pero Segovia mereció la pena. Por muchas cosas: por su acueducto que de tanta sencillez en su arquitectura apabulla. Por sus iglesias románicas, que me gustan tanto. Por un Alcázar hermoso y cuya visita es muy recomendable… Y porque su parador (aunque no en el casco urbano) tenía piscina, y nos dimos un bañito para aliviar el calor que hizo estos días… ;)
Y al salir del Parador, vimos un Aston Martin super bonito…. :)
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