Mucho se habla últimamente en el mundo virtual y el real (afortunadamente) de las relaciones tóxicas. Parejas, familia, amigos, etc que es mejor no acercarse a ellos porque tu salud mental acaba comprometida y deseando una caja de valium.
¿Qué ocurre cuando esa relación tóxica es con tu propio médico de familia? Pues de eso he tenido larga experiencia en estos últimos años.
La médica a la que he ido estos últimos años aquí en el pueblo donde vivo, ha sido en ocasiones buena doctora, no lo niego. Pero de un tiempo a esta parte no nos entendemos; o mejor dicho, ella no parece querer entenderme.
Así, a lo largo de estos 5 o 6 años (ya antes del covid-19, así que el estrés pandémico no es excusa), he entrado en una espiral de toxicidad con ella donde yo iba a su consulta con una preocupación y terminaba regresando a casa a ponerme un par de tilas. He llorado…. mucho. Me ha saltado la yugular explicándole a Luy las conversaciones tan surrealistas en consulta, incapaz de encontrar la respuesta adecuada delante de la doctora para dar con la contestación sólo a los 10 minutos de entrar por la puerta de casa.
Tiempo de sentirme, en su consulta, una niña pequeña de 5 años a la que se le explica cómo funcionan los virus como si yo no me hubiera criando viendo la serie de «Érase una vez la vida». Tiempo de ser desdeñada cuando he explicado mis síntomas con un simple «es lo que tiene envejecer… es la edad… tienes que pasar por esto como todas». O de haber vivido una falta de empatía total cuando he contado mis dolores físicos, mis miedos y preocupaciones («eso es que tu problema de estrés por ansiedad lo está magnificando todo, no escuches a tu cabeza»).
Otras veces lo he flipado con la capacidad de ser diagnosticada de artrosis, lipedema, y un largo etcétera de enfermedades a sólo con que la doctora me mirara, a simple golpe de vistazo. Quiero tener esa vista de rayos X… ni Superman, oigan. De que me dieran una crema antibiótica para lo que resultó ser un herpes. De que sólo me tuviera en cuenta enfermedades cuando le he presentado los test/resultados hechos y pagados por mí en España. Aún sigo sin haber recibido de ella una prescripción de densitometría de huesos, incluso si tengo muchos antecedentes directos de osteoporosis en mi familia.
Ir a su consulta se convirtió en el juego de la ruleta rusa…. Estará hoy de buen humor y me escuchará activamente y me tendrá en cuenta o, como siempre, me volverá a desdeñar con un «tu vida no está en peligro» o un «yo soy la doctora, es lo que yo digo (aunque sientas desde hace meses unos dolores horribles que no te puedes ni levantar de la cama)».
Como en toda relación tóxica, los de mi alrededor lo han visto siempre más claro que yo… ¡Cambia de médico!. Pero, como en toda relación tóxica, el que está dentro (osea yo) no lo ve o no quiere verlo. Se conforma con migajitas de buen humor y mínimo de empatía en un 0.1% de las veces que la visitas.
«A lo mejor he sido yo, que no he sabido explicarme». «A lo mejor he sido yo, que me estoy preocupando en exceso…» mira que ir a molestarla tras haberme caído por las escaleras y darme un golpe en la cabeza con un escalón? Si no es nada, este mareo y poca concentración seguro que no es para tanto. Este temblor en manos y piernas no es gran cosa. Este hormigueo se pasará. Seguro que estoy exagerando pidiéndole que me vuelva a dar ronda de vitamina B12, que mi malestar es imaginario como ella me dice…..
Y así, poco a poco he terminado sometida a su voluntad y casi su antojo. Porque las veces que he sacado la cabeza y he buscado una segunda opinión, se lo ha tomado como un desafío a su autoridad. «¿Que has ido a un segundo otorrino porque el primero al que te envié no te gustó cuando dijo que te intentaras olvidar simplemente de ese tínnitus que tienes tras quedarte sorda perdía de la noche a la mañana?» «¿Que se te ha ocurrido ir a un neurólogo para descartar algo chungo en la cabeza que justificara esos temblores y esa incapacidad de moverte sin tropezar por casa, incluso tras haberte dicho yo que lo tuyo eran nervios y estrés y se te pasaba yéndote a un Spa a que te dieran un masaje?» ¿»Que has decidido irte por tu cuenta a un fisio para poder movilizar la lumbar y el ciático, sin habértelo prescrito yo?» Ah, que tienes libre elección de médico y especialista… pero tu médico soy yo. Yo sé lo que te conviene mejor que tú misma.
Ha sido un infierno y aún estoy intentando librarme de sus garras. No dudo que sea una buena profesional…. cuando quiere puede ser incluso atenta y preguntarte por toda tu ascendencia y querer saber si tu familia ha sido afectada por la DANA de octubre. Pregunta sobre todo si la consulta es a primero de mes, fíjate tú lo que son las cosas ($$$).
El día que tiene bueno, puede incluso recetarte una resonancia para la lumbar incluso cuando ya llevas unos meses doblándote para sentarte sin llorar. Otras le cuesta escuchar que estas megacansada y que crees que tienes de nuevo la deficiencia de B12 o de hierro, porque se te cae el pelo a manojos y no puedes respirar. Pasa de tí para hacerte analíticas en mayo a pesar de esos síntomas (desde finales de marzo), porque «las de febrero salieron bien…» para pasar a preguntarte inquisitivamente «Qué has hecho para tener estos resultados»? sólo cuando en junio te sale (y se da cuenta) que te has estado gastando las reservas activas y pasivas de la vitamina/hierro y has estado entrenando fuerza al límite de la extenuación física, mental y muscular.
Sí, estoy en camino de cambiar de doctor y desintoxicarme de esta relación. Aunque está costando. Incluso mi terapeuta me ha llegado a admitir, que me ha visto sufrir mentalmente, pero, sobre todo, físicamente, este pasado 2024. Mi terapeuta la llegó a llamar por teléfono para hablar y la doctora se sintió desafiada también. Me metieron a fuego lo del más vale malo conocido que bueno por conocer.
Supongo que ahora tengo que trabajar en restablecer mi confianza en un nuevo médico de familia, el que sea. Y reencontrar mi amor propio para enfrentarme a mi doctora si alguna vez tengo que verle la cara de nuevo.