Una de las maneras para huir del calor que a veces azota esta parte de Europa, y que ya expliqué en este post, es meterse debajo de las piedras.
Otra, que es la que hoy nos ocupa, es subir directamente a ellas. ;)
30ºC de calor en Zürich un domingo de verano cualquiera. Te levantas temprano sin haber dormido mucho por culpa del infierno que se concentra entra las cuatro paredes de casa. Fuera no es mucho mejor. Ves un sms de unos amigos: «¿Os venís a Lauterbrunnen?»
Respuesta sin dudar (tras haber consultado las temperaturas en esa zona): ¡Sí! xD
Y allí que nos fuimos…
Lauterbrunnen, uno de los valles más impresionantes de los Alpes; 72 cascadas internas queriendo salir por las paredes rocosas que lo conforman.
Todo hay que decirlo, según nuestros amigos, que ya habían estado varias veces, las cascadas estaban bastante mermadas de agua. Supongo que allí también había causado estragos la ola de claor de este verano.
De cualquier manera, el paisaje que nos encontramos era un espectáculo.
Había nubes. Incluso ese día allí, nos llovió y vivimos una pequeña tormenta mientras comíamos. Llegamos a temer que tendríamos que suspender la caminata/excursión. No se iba a ver mucho del valle y del glaciar que hay en la cima por causa de la niebla.
Pero en uno de esos momentos, justo tras el almuerzo, se hizo un claro y escampó. Y empezamos la aventura.
De camino en coche a nuestro punto de partida vimos la base aérea de helicópteros para ayudar a los que se encuentren en apuros en el glaciar (o en esa zona, en general).
Llegados al punto de partida, comenzamos a caminar. Al principio fue suave y llano.
Fuimos viendo casitas, ríos, el glaciar (con el zoom puesto al enfoque de la cámara), etc.
Luego la cosa fue inclinándose un poco, pero nada que me costara (a mí, claro) mucho esfuerzo.
Tras algo más de 40 – 50 minutos caminando, la cosa empezó a ponerse chunga. No que lloviera ni nada, pero la inclinación del terreno era más que evidente.
Yo iba ya con media lengua fuera, un oído taponado (estas cosas absurdas que me pasan sólo a mí), y la espalda un «pelín» mojada de sudor. La gorra también. Las gafas de sol no me las podía poner porque se me empañaban, al taparlas la visera de la gorra. Las trenzas, más que trenzas parecían algodón de drenaje…
Iba echa un asquito, vamos. Para qué negarlo… XD
Mis compis, Luy incluido, iban como a 3 metros por delante mía.
Luy, de vez en cuando, venía a ver si necesitaba ayuda y me ofrecía el brazo. El problema es que, llegados a un punto, siempre iba tirando de mí, así que yo sacaba aún más la lengua al suelo. Total, que prefería ir sola por detrás de ellos, a mi ritmo, que ir remolcada. (Sobre todo porque el remolque significaba las miradas socarronas de todo aquel con el que me cruzaba en el camino).
Alguna de estas veces, hice buen uso de los bancos de descanso que hay diseminados por todo el camino.
Aún así, las vistas merecían la pena. Y ¿qué leñe? que con la excusa de hacer fotitos, podía descansar, jajaja.
Vimos ejemplares típicos de la fauna local.
Vacas….
Ovejas….
Alpacas…. ¿alpacas? Pues sí… ni que esto fuera los Andes…. xD
Cuando llegamos a nuestro destino, hacía fresco, unos 18 grados. Lo suficiente como para enfundarse una rebequita. Los rápidos del río emanaban ya fresco en sí mismos. Supongo que el agua venía del glaciar directamente. Y se notaba.
Habíamos caminado desde Stechelberg (910 msnm) hasta Trachsellauenen (1202 msnm). No parecen muchos metros de desnivel, y quizá para quienes están en forma no lo sean, pero a mí se me hicieron un mundo. Yo calculo que fue una caminata de 1h 30m, más o menos.
Eso sí, los paisajes eran de quitar hipo…
Claro, una vez que se sube…. se tiene que bajar. :S
Y tuvimos que desandar lo andado. Cuesta abajo, que es lo peor. :(
No creáis que me quejo de vicio (no siempre es así :P), que hasta Luy me dijo en esa parte que no podía más con las piernas. Prefiere mil veces subir a bajar el monte.
A todo esto, por si os lo estáis preguntando en secreto… sí… :) En la bajada «senté» el culo dos veces de manera involuntaria. xD Una detrás de otra, en plan: uy me he caído, me levanto, doy un paso y cataplún, otra vez al suelo... Tengo un mini moratón en donde la espalda pierde el buen nombre, pero además de eso, nada más. ;)
Con tanta caminata y tanta excitación, no me extraña que más de uno de nosotros acabáramos esa noche así… xD
Pero a pesar del cansancio (más de 2h 40 m. de caminata), el sudor, el frío, la lengua fuera, el dolor de piernas (y de lo que no es piernas, en mi caso) etc, la experiencia fue preciosa y merece la pena.
Eso sí, la próxima vez volvemos un poco más preparados (al menos pañuelito al cuello y palos de caminata).
Quizá incluso hacer una visita a las cataratas de Trümmelbachfälle. ;)
Que chulada !! Nosotros fuimos a Gimmelwald, cerquita de Lauterbrunnen, hace ya un tiempo y también nos había encantado !! Ahora como necesitamos silla para los niños es un poco rollo, pero en cuanto Roi empiece a aguantar caminando a ver si retomamos las rutas escénicas :-)
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