Ingredientes:

– 1 pimiento rojo

– 1 pimiento verde

– 1 pimiento naranja

– 1 pimiento amarillo

– 1 cebolleta fresca (spring onion)

– un poco de sal

– un poco de aceite

Preparación:

Lavar muy bien los pimientos y secarlos.

Embadurnarlos con aceite (yo termino con las manos pringosas porque les restriego el aceite con ellas) para que toda la piel se impregne.

Colocarlos en una fuente y echarles un poco de sal por encima.

Hornearlos a 200 grados unos 30 – 40 minutos. Luego mirar si se han hecho por ese lado y si es así, darles la vuelta a la otra cara y dejarlos hornear unos 15 -20 minutos más.

Sacar la fuente y cubrirla con papel de aluminio para que los pimientos «suden», ya que así se facilita la tarea de quitarles la piel. Dejarlos enfriar.

Una vez fríos, quitarles el pedúnculo, las semillas y la piel.

Ir cortándolos (con las mismas manos sirve) a tiras, para colocarlos en un bote de cristal o una fiambrera.

Echarles sal, la cebolleta picada finamente, el aceite y el caldito de la «sudada» que hayan soltado en la fuente. Cerrar el bote y menearlo hasta que se mezcle todo. Guardar en nevera.

Notas:

A mí, personalmente, me gusta más echarle el vinagre en el momento de servirlos, ya que si no los pimientos cojen mucho sabor. Se trata de pimientos asados no encurtidos ;)

También podéis probar a guardarlos en el bote con una majada de ajo y comino, pero eso también depende del gusto, ya que los ajos y el comino dejarán también su rastro en el sabor.

Mi opción, esta vez, ha sido la de combinar pimientos de distintos colores, pero se pueden asar de un solo color si así lo deseáis. Mi favorito es el pimiento rojo… :P

La verdad es que como plato de acompañamiento, los pimientos asados son de lo mejor. O como plato único mezclándolos con atún… así recuerdo yo que los comía los días de comida en la playa en Cádiz. :)