Cuando la noche me cercaba, cuando parecía que ya no había salida… apareciste tú y me salvaste.
No lo hiciste con grandes discursos ni parafernalias.
«Amor… yo… sólo puedo amarte» me dijiste suavemente… «Sígueme» y me sonreíste…
¿Cómo no seguirte? ¿Cómo no amarte?.
Porque incluso si fallaba en mis propósitos, más me amabas tú, más me cuidabas y más me protegías…
¿Cómo no amar el Amor?
Y ahora me ves aquí, de nuevo.
Llena de dudas, miedos e incertidumbres. Hay mucho por lo que sonreír, pero no lo veo.
La tiniebla me acecha. Me he apartado de tu camino.
No me atrevo a mirarte a la cara… esos ojos siempre llenos de ternura me duelen.
Tú, que me sondeas y me conoces, sabes lo que hace pesar mi corazón.
Siempre buenas voluntades, nunca determinaciones.
Quisiera seguirte, pero tengo tan poca voluntad… Sólo soy humana.
¡Tan poquita cosa..!
Y aún así, tú sigues ahí,a mi lado…
Delante mía…
Detrás mía…
Siempre dispuesto a sujetarme cuando lo necesito.
